Especial para El León, este es un artículo que leí hace unos días en Algarabía, mas específicamente numero 34, pp75-80. Así que espero que lo disfruten, aprendan y saquen su lado vampírico.
Los Vampiros, por Igor Ubelgott
ES UN HECHO QUE TODOS TEMEMOS AQUELLO QUE NO PODEMOS VER. ESO EXPLICA LA ANGUSTIA QUE NOS PROVOCA LA OSCURIDAD DE LA NOCHE Y LA NO TAN PEREGRINA IDEA DE QUE ALFO O ALGUIEN PUDIERA ENCONTRARSE OCULTO EN LA ESPESURA, VIGILÁNDONOS Y ACECHÁNDONOS. TAMBIÉN ES UN HECHO QUE LA MUERTE Y LO INCIERTO DEL MAS ALLÁ NOS ANGUSTIAN PORQUE, SI CREEMOS QUE LA GENTE BUENA, CUANDO MUERE, SE VA A OTRO LADO, PODRÍA SER QUE LA MALA REGRESE… O QUE NUNCA DE MARCHE. A LA LUZ---O, MÁS BIEN, A LA SOMBRA---- DE ESTAS DOS PREMISAS NUESTRAS FANTASÍAS Y MIEDOS HAN INSUFLADO VIDA A FABULOSAS Y MONSTRUOSAS QUIMERAS NOCTURNAS: APARECIDOS, BRUJAS, MUERTOS VIVIENTES, ÍNCUBOS Y SÚCUBOS, LICÁNTROPOS, ANIMAS EN PENA Y, POR SUPUESTO, LOS AMOS Y SEÑORES DE LA NOCHE: LOS VAMPIROS. EL ATAQUE DE LOS NO MUERTOS
Para hincar el diente en el tema, expliquemos primero qué es un vampiro. Contraviniendo las leyes de la lógica, partamos por decir lo que no es: un vampiro no es un fantasma, ni un espectro, ni un demonio, ni está necesariamente conectado con Satán o los poderes del Infierno; tampoco es un ser vivo ni un muerto vuelto a la vida << Un vampiro es, esencialmente, un cadáver […] víctima del contagio de una enfermedad similar a la rabia. Posee fuerza sobrehumana y es más poderoso de noche. Se alimenta de la sangre de personas vivas, tiene dominio sobre especies inferiores – ratas, murciélagos e insectos – y puede transformarse él mismo en lobo o murciélago. Vive en una tumba y evita la luz del sol y, como ya está muerto, resulta sumamente difícil de destruir>>1 Los orígenes del mito son inciertos, pero muchos señalan a Mesopotamia como la cuna de la tradición vampírica, ya que los asirios y los babilonios contaban con una minuciosa clasificación de las entidades malignas, entre las cuales existían diversas clases de no muertos, como los itukku y los ekimmu¸ espíritus insepultos que acechaban a hombres, mujeres y niños. Las potestades de estas sedientas criaturas cruzaron el Mediterráneo – a bordo, quizá, de embarcaciones cretenses - y llegaron a la antigua Grecia, donde hallaron un suelo fértil en la fascinación local por los rituales que involucraban el derramamiento de sangre. De ahí se extendieron a toda el área de los Balcanes – además de Grecia, Albania, Rumania, Yugoslavia, Bulgaria, Hungría, y parte de Checoslovaquia -, donde se acuño el término vampyr2 y se origino todo el ideario e imaginario de los vampiros. La región de los Balcanes es ideal para el florecimiento de un mito como este, pues esta flanqueada por la barrera natural de los montes Cárpatos, que por mucho tiempo se encargo de mantenerla confinada, oscura y aislada. Además, existe en ella un rosario de arraigadas supersticiones, ancladas en un nacionalismo arcaico y, por si fuera poco, los países balcánicos han dado al mundo algunos de los gobernantes más despiadados de la historia – baste recordar a <El Empalador> Vlad Tepes (1431-1476), que condeno a cientos de sus compatriotas y enemigos al empalamiento; a <La Vampira Viviente> Elizabeth Bárthory (1560-1614) noble húngara, famosa por su obsesión con la belleza y la sangre, que acostumbraba organizar orgías en las que asesinó a cientos de doncellas de entre su servidumbre, para después bañarse con su sangre y, según ella, ganar juventud y lozanía; o, más recientemente, a <El Carnicero de los Balcanes>, Slobodan Milošević (1941 -2006) -, cuya insaciable sed de sangre ha decantado dosis iguales de fascinación y horror.
UN BANQUETE SANGRIENTO
Pero no nos desviemos, ya que no son esos vampiros los que nos ocupan – ni tampoco los desafortunados que padecen fotofobia3, porfiria4, hematomania5 o aquellos que sazonan sus crímenes y perversiones con la ingestión de sangre -, sino aquellos que, trascendiendo sus propias muertes, son capaces de asolar regiones enteras con su sola presencia y sus incursiones nocturnas: los genuinos e inmortales bebedores de sangre…La sangre…Y, a todo esto, ¿Cuál es el delicioso encanto de este tibio y vital liquido rojo?
Desde la antigüedad se ha creído que la sangre posee cualidades místicas y sobrenaturales, como ser la portadora y dadora de vida. Infinidad de ceremonias religiosas involucraban el sacrificio de animales – incluyendo humanos, muchas veces capturados expresamente para tal fin – y el ofrecimiento ritual de su sangre, derramada para agradar u honrar a las entidades superiores.
La sangre es la vida. Ser privado de ella representa la irremediable perdida de vitalidad, energía y esencia; recibirla, mediante la ingestión o a través de infusiones, puede restaurar los poderes perdidos, sanar heridas mortales e, incluso brindar vida eterna.
Si consideramos estas mágicas propiedades, es sencillo determinar que la sangre sería el único alimento capaz de mantener a los no muertos en pie – que no vivos -. La alquimia que transmuta la sangre en los poderes vampíricos es uno más de los misterios que rodean a estos seres y que los coloca justo en el medio de algunas de las cuestiones primordiales de la existencia humana, como puente entre los mundos físico y espiritual, entre la vida y la tumba, entre la muerte y la inmortalidad.
PARA SER VAMPIRO SE NECESITA…
Ahora, ¿Cómo se llaga a ser vampiro? Existe una inmensidad de <métodos> documentamos por la traición y el folklore¸ pero casi todos abrevan en tres causas: 1. Predisposición – como haber nacido en un día consagrado, con dientes o un tercer pezón; ser el séptimo hijo de un séptimo hijo o haber muerto sin bautismo -, 2. Acciones en vida – haber comido carne de un cordero aniquilado por un lobo, practicar brujería, haber muerto violentamente o, siendo sacerdote, oficiar en estado de pecado mortal -, y 3. Acciones póstumas - por ejemplo, haber tenido un funeral incompleto o no haber sido sepultado; que un gato, un viento o una vela hayan pasado por encima del cadáver; o simplemente, haber muerto a causa de la mordedura de un vampiro.
Una vez convertido en vampiro, el sujeto dispone de formidables capacidades: posee la fuerza de varios hombres, es capaz de colar o de cambiar su forma por la de alguna criatura voladora, controla a los animales y a los elementos – vientos, mareas y tormentas -, puede convertirse en niebla o vapor, tiene habilidades hipnóticas, es virtualmente inmortal y puede generar otros vampiros. Por fortuna, un vampiro común puede ahuyentarse con ajos, inciensos, agua bendita o crucifijos; pero, si de su erradicación se trata, los procedimientos más efectivos son el estacamiento – esto es clavar una estaca de madera en su corazón - , la decapitación, la cremación – hay que tener cuidado de esparcir bien las cenizas – y la exposición a los rayos solares- aunque algunos vampiros muy poderosos son inmunes a ellos6.
CONTRA ELLOS
En el mundo occidental, predominantemente cristiano, cualquiera puede imaginar la influencia que la Iglesia católica ha tenido en el combate a los vampiros y, paradójicamente, en el mantenimiento del mito. Tal como sucedió con las brujas, la Iglesia considero a los vampiros como criaturas del Demonio. Uno de los primeros documentos que conde a los bebedores de sangre es el tristemente celebre Malleus maleficarum7, que proclamaba que el Diablo puede utilizar cadáveres para infligir graves daños a la humanidad –lo cual bien podría aplicarse a un vampiro ¿no? -. Dada la profusión de leyendas y creencias sobre los no muertos, los clérigos se convirtieron en los primeros cazavampiros de la historia, y sus armas para combatir estas malignas potestades fueron agua bendita, los crucifijos, la ostia consagrada, la oración y la absolución. En el siglo XVIII, este <oficio> se secularizó y fue tomado por ciertos laicos, quienes combatirían las sangrientas presencias vampíricas a cambio de cuotas nada módicas. La Iglesia dejaría de ser el enemigo exclusivo de los vampiros, pero sus armas permanecieron intactas y se conservador como parte esencial del combate a los vampiros.
Supongamos que usted ya conocía varias – si no es que todas – de estas minuciosas vampíricas; la pregunta es ¿Cómo es que usted y yo, mexicanos del siglo XXI, que nunca hemos visto ni sabido de un vampiro – descartando al <>, por supuesto - , contamos con tal información? ¿Cuándo dejaron estas criaturas sus lóbregas tierras y arribaron a la cultura popular? La respuesta se resume en un nombre: Dracula, el gran protagonista…
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