Ignorando las preguntas que me acechan por las noches, de esas preguntas que cuestionan la razón de la existencia no solo de la raza humana sino de todas las especies, cuerpos y materia del universo; de esas preguntas que no buscan una explicación filosófica o teológica sino una RESPUESTA; de estas preguntas que no fácilmente pueden ser ignoradas.

Ignorando esas preguntas que podrían dejarme escribiendo por horas, navegando en círculos dentro de una tina.

Ahora que he ignorado a las preguntas (no para siempre, solo para no distraerme del tema principal de este artículo) puedo continuar:

Doy por hecho que estoy aquí, que todo existe, tengo mis herramientas y estoy dispuesto a jugar al juego de la vida. En este juego hay compañeros, contrincantes, guías y alumnos, hay seguidores, hay satisfacción, decepción coraje, hay niveles y retos, hay premios y castigos. Lo único que no hay es una meta definida, hay un límite de tiempo, pero no sabes cuando termina, hay un sin número de concursantes y la mayoría de ellos, como yo, no saben cual es la meta ni cuanto tiempo les queda.

El hombre sabe que algún día se va a morir, es por eso que es ambicioso, que quiere trascender. Yo quiero trascender, pero no en el sentido vertical, quiero trascender en sentido horizontal, quiero ser testigo de mi presencia en este “mundo”, no quiero que generaciones futuras hablen de mí, quiero que esta generación hable de mí.

No quiero que hablen de mi grandeza, de mi nobleza, de mi maldad o de mi astucia, simplemente quiero que hablen de mi.

Hasta ahora lo he logrado con éxito, he creado una red de compañeros valiosos, hablamos entre nosotros, hablamos de nosotros y expandimos nuestro dominio interpersonal, cada vez más gente se une a esta cadena de personas, somos muchos, somos fuertes, somos orgullosos, disfrutamos la vida, concretamos nuestros sueños, vamos llegando a esa meta desconocida, paso a paso, cada vez somos más, cada vez, cada vez.

Cada vez comparto menos tiempo con la gente que estimo, todavía menos con la gente que quiero, mucho menos con la que amo. He dedicado una buena parte de mi vida en la inversión humana, nunca sabes que esperar, siempre crees saber que esperar. Al principio es un conocido, al final es un hermano, he obtenido mucho más que en la bolsa.
Ahora no se que hacer con mis ganancias, no se como administrarlas, no estoy ni aquí ni aya, no estoy nunca contento, siempre hay alguien a quien extrañar.

Si tuviera mejor memoria podría aferrarme a los recuerdos.

Lo que ahora pienso es como dividir mi cariño, estoy realmente agradecido por tener la suerte de rodearme de gente que me quiere, más agradecido por poder querer de vuelta a todos ellos.

Lo que debo decidir ahora (me imagino que al igual que muchos) es: ¿Qué pedazo de mi vida compartiré con cada uno?