Hola a todos nuevamente! Esta vez, escogí el título del post antes de empezarlo a escribir, porque estaba seguro desde el principio que este era el tema del que quería hablar.

Es difícil hablar de los amigos sin ponerme a reflexionar y recordar las anécdotas y los momentos que he compartido con mis amigos y de ahí partir para pensar más o menos lo que quiero decir sobre la amistad... No que esto sea malo, al contrario... Pensar en la amistad siempre es pensar en los amigos; no es un concepto sin relato, el relato siempre se refiere a aquellas experiencias y momentos que marcaron a esas personas que no sabían que iban a ser amigos por mucho tiempo más...

Hoy por hoy, creo que puedo decir con certeza que tengo amigos, eso no es poca cosa, no solamente por la suerte que esto implica, sino porque la amistad es algo que requiere mucho trabajo, uno no sabe que se está esforzando para crecer y cultivar una relación, pero lo está haciendo. Uno no sabe que cuando uno se encuentra a una persona que se va a convertir en un amigo verdadero, está decidiendo muchas cosas importantes en su vida; pues si hay algo que los amigos hacen es marcarse mutuamente, acompañarse y caminar juntos; por supuesto, caminar un camino que, de no haberse conocido, ninguno de los dos caminaría.

La amistad es persistir, se tarda. Hay relaciones que son fugaces, que dan un chispazo y encienden una llama que se consume intensa y rápidamente... Ese no es el tipo de relación que es la amistad. La amistad es añeja, se tarda. Se basa en lo de antaño, se trata de construir una memoria compartida, como dije antes, un relato de dos protagonistas, que a pesar de haber tenido encuentros y desencuentros en el camino, aún persisten, y eso se tarda. Así que no hay amigos sin paciencia. Hay gente que se describe a sí misma como "impaciente", y sin embargo tiene amigos desde la infancia, ¿cómo podría ser impaciente esa persona, si ha persistido a lo largo de años?

Lo más increíble de la amistad, para mi gusto, son los contenidos del relato compartido que se ha construído. Hay miradas y gestos que significan un mundo de cosas, solo basta que uno lo haga para que el otro lo entienda, los dos se saben de memoria el guión. Los momentos en que uno de los dos se abre con el otro y le cuenta sobre aquello de lo que él verdaderamente está hecho... implícitamente invita al otro a caminar junto con él, el camino que aparentemente estaba destinado a recorrer solo, y ese otro, accede a caminar por ahí. Por eso es que a un verdadero amigo no se le puede engañar, ni queriendo, porque sabe de lo que estamos hechos en el fondo.

El otro día leí que la amistad es un verdadero romance. Es cierto, (y aclaro) no porque sea un romance como un noviazgo, sino que de lo que se trata es de compartir puro amor. Si los amigos se quieren suficiente, podrán sortear las envidias, las diferencias, los desacuerdos y las peleas; y entonces podrán persistir para el otro, saber que su lugar es estar junto al amigo sin importar lo que haga o decida, y eso también, se tarda mucho.

Quise escribir sobre esto, porque el otro día platicando ya a las 3 am en la malacopa con una amiga, caí en cuenta de que verdaderamente lo que le pasa a mis amigos me afecta, me preocupa y también me alegra. Verdaderamente comparto las alegrías y las tristezas de mis amigos, al igual que ellos las mías... Ellos saben de lo que estoy hecho y yo de lo que ellos están hechos, y por eso puedo reconocer lo que para ellos es importante y ellos lo que lo es para mí. Y sobre todo, me dí cuenta que muchas veces, no hay explicación de por qué se quiere a un amigo, simplemente se sabe que esa persona ya ha escrito un relato, un guión compartido con uno, para eso no se necesita explicación, solo permanecer.

Este post lo escribí para mis amigos, porque justamente, quería que supieran lo que, para mí significa su presencia en mi vida.